Noches de no poder escribir, noches y días con el sentido perdido que vives porque queda la esperanza.
Era ella, sólo eso importaba. Mi musa y en mi mente tantas cosas más. Con ella sólo importaba el momento por eso me aferré a qué lo fuera y de ser necesario enamorarme y amarla sólo en el papel. Su existir conspiraba con las ideas escritas que tan hipócritas eran al darme satisfacción en la depresión.
„Nada tiene sentido", esas eran mis palabras. Y de repente como „Las Causas" de Borges todo se resumía a que nuestras manos se encontraban.
Y se hizo la luz, llego el sentido en el éxtasis de la liberación de que sólo el momento importa, me iluminé por los dones de inspiración que de la forma más hermosa usó en mí.
Nunca tendré la verdad, pero ya no la necesito, la voy a buscar por el placer que me causa generosamente su existencia, la esperanza, y con esas mismas ansias anhelaré la sonrisa de mi musa y ella amará mi anhelo por ser el padre de lo mejor que le puedo dar, y lo más auténtico, lo que soy, mis palabras.
Soy, porque me escribo, y ella me da vida, dándome „ser" cuándo le escribo. Dar es amar y no puede evitar darme con sólo estar, y me da tanto sin querer que nadie más lo puede igualar.
Yo me regocijaba en su sonrisa, la anhelaba y ella adoraba mis palabras.
Yo me regocijaba en su sonrisa, la anhelaba y ella adoraba mis palabras.