Vale la pena recordar lo necesarias que son estas épocas con todas sus ridiculeces, por ser el momento en el que impactan instantes y sucesos que no habíamos digerido.
El final muchas veces es el momento en el que saboreamos, saborear un año que penetra nuestro interior y nos cambia. Me sabes a diez años, y gracias a este momento que me trae recuerdos, vuelvo a disfrutar ese cigarro, esas sonrisas conocidas y desconocidas.
Le encuentro sentido al típico ejercicio de fin de año, y este ejercicio es lo menos que puedo darte a cambio de lo que me has dado 2013. Así que yo me uno a todos los ridículos que suelen ponerse nostálgicos en estas fechas, pues es el momento indicado.
Este es momento perfecto para mirar a nuestro alrededor y ver los rostros de compañía y de cariño que estuvieron con nosotros, agradecer los hombros dispuestos al consuelo y a caminar a nuestro lado. Al amigo que en su interior compartió dolor, risas y triunfos. Al padre que con su inagotable paciencia me abrazó y me despertó cuando tenías los ojos cerrados, que estuvo dispuesto a quererme y con su cariño me enseño a amar. Es momento de ofrecerle la mano a las peores situaciones y tener paz por decisión propia.
Paso apresurado, un corazón agitado, acelerado por tanto correr. Es difícil detenernos a mirar las ropas viejas, las heridas que no hemos decidido curar por nuestras ansias de avanzar. Las vísperas de año nuevo nos recuerdan esa necesidad de detenernos para limpiar al caminante.
El sentido no está en ver lo que hemos caminado, sino en levantar la cara y agarrar un poco de aire para continuar con una sonrisa, darle espacio al caballero errante que se vuelve inquebrantable.
En mi mente brillan las luces de recuerdos hermosos que pasamos de largo.
2013 te dejo flores en la urna más hermosa, la de una estrella que aunque pase el tiempo seguirá brillando y me despido de ti para alejarme y ver tu luz. Eres una pieza del rompecabezas que es la vida y gracias a ti me acerco más a verlo terminado. Escucho tu canción y nota a nota tocas fibras sensibles, recuerdo con recuerdo formas una sinfonía.
Gracias por el dolor, en el encontré un amigo y aprendí a curar mis heridas, gracias por los golpes, pues me hicieron más noble, gracias por las risas y los llantos que recuerdan lo bello que es vivir. Gracias por el amor y por los que cruzaste en mi camino.
Gracias porque estoy listo para el 2014.
Mi abuelo le decía a mi padre que la vida endurece o ennoblece el alma y que siempre es preferible optar por la segunda. Yo decido ennoblecerme de ti.
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